Es curioso analizar un término que presenta tanta distancia entre su conceptualización y la praxis objetiva que desde ella se despliega, esto es la disociación de un término con sus significantes. Si queremos partir desde el concepto de la misma, caeremos inevitablemente en un túnel con numerosos caminos que de el pueden desprenderse, ya que al término puede ser empleado cuando nos referimos a la política de un estado, la de un sindicato, la política de una empresa, o la determinada por algún movimiento social, entre otras.
Sin embargo puede aceptarse consensuadamente y no siempre concienzudamente, como “la actividad organizada bajo la égida de poder orientada al bien común”, cuya significación guarda mayor conexión con la institución moderna del estado.
Aquí ya aparece esa distancia entre lo que pretende expresar la acepción de política y lo que realmente implica en situaciones de hecho.
Cabe citar lo expresado por el sociólogo alemán Max Webber en un discurso ofrecido, por este en Munich, ya en su vejez: “Política significará, pues, para nosotros, la aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución del poder entre los distintos Estados o, dentro de un mismo Estado, entre los distintos grupos de hombres que lo componen”.
Desde tal vertiente, política constituye una unidad inseparable con el término “poder”, y siendo así, su orientación ética o la ausencia de ella, pasaría a ser cuestión de segundo plano, pues lo que representa pone de manifiesto la presencia de esa capacidad de influir en otros, propia de los que detentan el poder.
El poder entonces constituye la esencia de lo político y el poder puede o no guardar vinculación directa con el bien común o solo subsidiariamente favorecer a esa orientación teleologica ética.
Bajo estas consideraciones se presenta a la política, desde una visión realista, sin eufemismos, mas próxima a la actividad y sin ambigüedades, entendiendo que las cosas hay q llamárselas por su nombre, aunque los maquillajes que se pretendan utilizar, vengan a ser funcionales a las necesidades que posean quienes son los usuarios y poseedores de poder.
Romina Bruculo
Politóloga
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